miércoles, agosto 05, 2009

¿Realmente la convivencia es la tumba del amor?

Me encuentro sorprendido ante semejante afirmación pues me deja demasiadas dudas el concepto que manejamos actualmente del matrimonio. Ante esto me pregunto ¿qué me motiva entonces al momento de querer estar con la persona que elijo para tener al lado mío por el resto de mi vida, si no es el deseo mismo de compartir el tiempo con ella?


Tal parece que es suficiente un periodo de vacaciones para darnos cuenta que ya no queremos estar junto a esa persona que nos ha venido acompañando por poco o mucho tiempo.


Curiosamente lo que debe ser el abono de la relación (estar más tiempo juntos) se está convirtiendo en la gota que llena la copa, en medio de situaciones que imagino yo en la inmensa mayoría de los casos, no se gesta de un día para otro sino que termina siendo la acumulación de muchas situaciones mal dialogadas si es que hubo diálogo o sencillamente las que surgen como fruto del cambio que todos los humanos sufrimos con el transcurso de la vida y que finalmente no estaban presupuestadas en nuestros planes de convivencia en ese entonces, cuando decidimos dar el sí. En ese momento sólo contemplamos un horizonte cortoplacista y no afrontando que tarde o temprano esa persona encantadora dejaría de serlo tanto y pasaría a mostrarse como realmente es o como la vida misma le irá diciendo cómo ser.


Todo esto me lleva a varias preguntas: ¿Qué tanto hacemos por superar REALMENTE nuestras diferencias de pareja? ¿Qué tanto hacemos por estar enterados del innegable cambio de nuestras parejas? ¿Qué tanto permito que mi pareja conozca dónde y en qué he cambiado?¿Qué tanto hacemos para que esa persona con la que decidí compartir la vida (incluso en vacaciones) crezca personal, espiritual, emocional y profesionalmente?


Finalemente no es un asunto de optar por finalizar la relación sino lo que se ha hecho o dejado de hacer para que en últimas, cuando se encuentran realmente juntas las dos personas (el propósito de toda unión), la conclusión sea que ya no pueden seguir compartiendo el mismo camino.


No culpemos al verano; lo que lleva a las rupturas es lo que nos falta por hacer para mejorar las situaciones de pareja que algunas redundan en la felicidad y otras no son ajenas a los problemas y por otra parte cuestionarnos sobre dónde estamos los que podemos ayudar a terceros para que encuentren otras salidas diferentes a la disolución. La decisión no debe ser cerrar el libro porque nos estrellamos con el muro de la realidad sino estar listos para que ante la tormenta estemos listos emocional y espiritualmente para esperar la calma.

Acerca de mí

Diseñador gráfico de la UJTL de Bogotá, Colombia. Convencido que algo nuevo se aprende todos los días y mejor aún, no se puede callar. A alguien le servirá.

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