martes, enero 06, 2009

La costumbre al divorcio

Llevo un año y casi cuatro meses de casado y para muchos aún sigo en luna de miel, incluso algunos, con mucha seguridad afirman que sólo dura los primeros cinco años (no falta el "aguantador" que le puso diez). Ante eso debo decir que sí, estoy de luna de miel, pero espero que no sea por cinco años sino para siempre.

Más allá de la promesa romántica de jurar amor eterno, estoy convencido que uno se casa para comprometerse a que ese deseo permanezca vigente. Más de uno que ya lleva un buen tiempo de matrimonio encontrará un tanto ilusas estas palabras, y lo respeto, pues tengo muy claro que el reto de compartir la vida con otra persona no es nada fácil. Sin embargo me gustaría que, si le parece interesante, en diez años nos crucemos al menos un correo electrónico y me pregunte si aún siento lo mismo.

Si me atrevo a tanto no es porque me lo haya soñado o que esté tan ciegamente enamorado como para no tener los pies en el suelo y desconocer que por una u otra razón el encanto puede desfallecer. Me atrevo porque realmente lo deseo, simplemente por eso. Y si no fuera por ese simple hecho creo que ni siquiera me hubiese puesto en la tarea de comprometer mi vida al lado de la persona que amo.

Es por todo lo anterior que veo con tristeza cómo el lazo que se establece entre dos personas ante nadie más ni nadie menos que Dios, se disuelva tan fácil como más de uno lo espera. No es difícil escuchar en las reuniones sociales cómo más de uno se queja porque los matrimonios hoy día no sean serios y hasta alegan que "los muchachos de ahora" lo toman como un arrebato o simplemente que se impulsaron por decisiones acaloradas en el fulgor del flirteo. Y tienen razón, pues es verdad que la determinación no es sólo del corazón sino que merece una buena dosis de razón al momento de su discernimiento. Sí, es fácil juzgarlo pero qué se ha hecho para que eso suceda y lo que es peor, qué NO se ha hecho para que año tras año no aumenten las cifras de divorcio.

Es verdad, en teoría no hay mucho por hacer pues eso le atañe solamente a la pareja que ante el conflicto no ve otra salida. Pero ¿estamos seguros que eso es así? Si nos damos cuenta, con al menos evitar lanzar al aire cualquier justificación al divorcio, ya estamos haciendo mucho. Ahora, si ya estamos casados y la convivencia ha sido placentera o -hablando objetivamente para algunos casos- llevadera, basta con que le mostremos al mundo el agrado por ello y no hacer ningún esfuerzo por disimularlo. Esto, aunque sea difícil de creer, sirve para "vender la idea" que la unión de dos personas tiene sentido, incluso llegando a antojar a más de uno. No son pocas las personas que me he cruzado y que se refieren a una pareja como "son tal para cual, hasta da gusto verlos y hacer lo mismo que ellos".

Es así como si bien creo que el "divorcio express" está tomando fuerza, también creo que en nuestro entorno mercantil se puede "comercializar" el antojo por el matrimonio, no express ni mucho menos porque de ahí sale que a los tres meses la pareja se termime odiando, sino el que se concibe con todo el sentimiento y la razón del caso. La iglesia da sus razones respecto al aumento de las separaciones y son respetables pero tanto ellos como los que decimos pertenecer a ella, estamos llamados a ser contribuyentes en sanas decisiones, a hacer parte de la madurez sentimental de quienes nos rodean y más si el lazo que nos une a ellos es tan estrecho como la familia o los amigos del corazón. Coincido con quienes piensan que el crecimiento del número de familias disueltas se convierte en una bomba de tiempo ante una sociedad que no sólo precisa de células íntegramente formadas sino que como anhelo común tienen la paz y al armonía.

Si dió el "sí" convencido, independiente a sus creencias donde se enseña que el matrimonio es para siempre, antoje al que se le atraviese. Hágalo y verá que sí funciona.

Para mayor referencia remitirse a http://caracol.com.co/nota.aspx?id=741672

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Acerca de mí

Diseñador gráfico de la UJTL de Bogotá, Colombia. Convencido que algo nuevo se aprende todos los días y mejor aún, no se puede callar. A alguien le servirá.

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